Por Javier ARISTU
Un falso e infructuoso debate
Desde al menos 1992 viene desarrollándose en determinados sectores sociales y políticos del continente una valoración negativa del proyecto de unificación europeo.
Es evidente que por parte de lo que podríamos llamar la “cultura política establecida” en las instituciones europeas y a partir de las acciones tomadas por los propios Estados a través de los acuerdos del Consejo se ha potenciado esa desconfianza y recelo hacia «la solución Europa».
El último periodo en nuestra historia europea, el de los últimos diez años, se ha caracterizado además por el auge de las tendencias nacionalistas, populistas, basadas en la insolidaridad de los pueblos y el renacimiento de la xenofobia y la desconfianza hacia el extranjero.
El Brexit ha supuesto un estrés formidable para el proyecto europeo. Dos poderes globales, UE y Reino Unido, condenados a entenderse y al mismo tiempo a competir entre ellos.
Y, para finalizar, todo ello en un contexto de crisis medioambiental, concluyente pero no asumida por países decisivos en este trayecto de cambio climático.
Sería un error, sin embargo, creer que las soluciones nacionales pueden sustituir al ámbito europeo. Hoy, más que nunca, necesitamos estructuras supranacionales para acometer la nueva etapa.
5 escenarios Comisión Juncker (2018-2025) | 6 prioridades Comisión von der Leyen
(enero 2020) |
1. Seguir igual | 1. Pacto Verde europeo |
2. Solo Mercado único | 2. Economía para las personas |
3. Los que desean hacer más, hacen más | 3. Europa adaptada a lo digital |
4. Hacer menos pero de forma más eficiente | 4. Promoción del modo de vida europeo |
5. Hacer mucho más conjuntamente | 5. Una Europa más fuerte en el mundo |
6. Nuevo impulso a la democracia europea |
Marcos de trabajo europeos antes de la Covid-19
Europa. Los últimos meses han venido produciendo un intercambio de propuestas y contrapropuestas que habían hecho del debate europeo a nivel de Estados un continuo juego de tensiones repetidas: ¿Países del Norte contra los del Sur? ¿Austeridad o gasto público? ¿Modelo social europeo o sociedad basada en la libre concurrencia y competencia de individuos? ¿Poderes supranacionales o soberanías nacionales?
En ese marco parece importante subrayar las propuestas que ha venido haciendo la Comisión europea desde hace unos años
Los debates que han impregnado las tareas y programas de las instituciones europeas desde los años de la Gran Recesión de 2008 han estado situados en un conjunto de contextos que conviene no olvidar:
- Una crisis global política, con tensiones de liderazgos globales entre China y EE.UU, y renacimiento de opciones nacional-populistas en diversos países.
- Un Brexit que significa el replanteamiento de las relaciones entre lo que antes eran dos socios de una Unión.
- Una diversidad de situación entre sociedades del Norte y del Sur europeas.
- Unas transformaciones tecnológicas fundamentales y decisivas en el mundo productivo.
- Envejecimiento de la población europea.
- Desigualdades sociales incrementadas.
- Degradación medioambiental
El impacto de la Covid sobre la realidad europea, española y andaluza
La covid-19 ha roto de forma abrupta el funcionamiento del mercado común europeo y el libre desplazamiento de personas y mercancías; ha dado por inservible el PEC; y ha roto las formas de colaboración y competencia entre los estados.
A partir de esta crisis pandémica algunos plantean cuatro escenarios de salida a la crisis institucional, financiera y de gobernanza de la UE.[1]
- Un escenario sería el del cierre de fronteras y el repliegue nacional.
- Crecimiento de políticas destinadas a reforzar la cara autoritaria y controladora del Estado.
- Volver como sea al crecimiento sin controles ni objetivos y donde la recuperación del consumo, de la demanda, sea el único objetivo.
- Propiciar la aceleración de la transición ecológica y repensar el modelo de crecimiento donde los servicios públicos, los bienes comunes y la solidaridad sean vectores de ese crecimiento.
España. El impacto que puede tener la Covid-19 sobre la sociedad española va a ser, sin lugar a duda, muy potente. Parece evidente que el necesario incremento de la deuda puede tener una mayor repercusión sobre el futuro de España o Italia que sobre Alemania.
Por otro lado, las características de la estructura económica española, muy centrada en el turismo, los servicios y la industria del automóvil no ayuda precisamente a una recuperación rápida y adecuada tras la crisis sanitaria.
Los efectos sobre el mercado de trabajo pueden ser desoladores.
Andalucía puede ser el extremo más negativo de todo lo anteriormente dicho. Los efectos sobre el empleo, el trabajo autónomo, las pequeñas empresas dedicadas a la hostelería y servicios al turismo serán inmensos.
Todos los países y áreas económicas hemos sido afectados, aunque en cantidad y calidad diversa. No hay por tanto salidas autónomas ni independientes tras esta crisis.
En definitiva, entramos seguramente en otra fase del proceso de globalización donde cada país –y en nuestro caso a nivel europeo– debe revisar sus bases de crecimiento establecidas hasta ahora.
¿Cómo actuar? ¿qué proyectos debe poner en marcha Europa?
En 2018 salió un manifiesto donde se planteaba la «refundación política, social y medioambiental de Europa», encabezado por Thomas Piketty y otros.[2] En aquel papel se detectaban cuatro déficits estructurales de Europa: una escasa inversión pública estructural (sobre todo en formación e investigación), un proceso de desigualdades sociales en aumento, la aceleración del calentamiento climático y, finalmente, una crisis inmigratoria.
Compromisos de trabajo para superar ese déficit. El primero, el de construir un modelo original de desarrollo social equitativo; el segundo, el de hacer posible la solidaridad entre europeos convirtiendo la globalización y los beneficios que de ella obtienen una minoría de ganadores, revirtiendo sus beneficios hacia la financiación de bienes públicos. El objetivo general sería conseguir una sociedad europea más segura, igual y cohesionada.
En el caso europeo hay que reconocer que, aunque de forma discontinua, con dificultades y con espasmos contradictorios, la respuesta a la Covid-19 ha sido muy diferente a la de los años 2008 a 2012. Esta vez ha sido más rápida, más contundente y por caminos diferentes.
Las cantidades destinadas por la UE a paliar el desastre y reconstruir parte del tejido productivo y social son elocuentes: 3,4 billones de euros a partir de las medidas de liquidez para los estados, el SURE (préstamos a bajo interés para financiar el desempleo), el Banco europeo de Inversiones, el relajamiento de los frenos presupuestarios, el Mecanismo europeo de estabilidad, y los presupuestos directamente destinados por la Comisión a tareas de recuperación sanitaria, social y económica.
Todo ello, obviamente, hará aumentar la deuda tanto de los Estados como de la propia Unión, lo cual parece que no debería ser obstáculo para aplicar un plan ambicioso y urgente de medidas.
Tres objetivos parece que son los urgentes:
- conseguir una investigación adecuada que logre la vacuna a corto plazo
- poner de nuevo en marcha el mercado interior
- reparar y reconstruir las economías nacionales más castigadas.[3]
Queda pendiente la gran cuestión política que sin duda puede suponer un giro trascendental en el proyecto europeo: la de modificar las condiciones de límites al déficit y la negativa a asumir cualquier tipo de deuda europea (eurobonos o similares).
Cada vez se hace más necesario asegurar un Plan de Recuperación de la Economía europea a través de mecanismos tipo Fondo financiero que se dotaría a través de un préstamo conjunto sostenido por las contribuciones ligadas al PIB de la UE en su conjunto. Dicho Plan debería atender a la recomposición de las cadenas productivas, reparar los balances de las empresas y reconstruir la economía sobre una base sostenible.
El horizonte no debería ser volver a los mismos modelos productivos ni a las mismas maneras de vivir y consumir. En definitiva, hay que aprovechar el “momento crisis” y la conciencia social que la misma ha podido generar para relanzar y asegurar ese tránsito de una economía intensiva en recursos y en consumo hacia una economía de la sostenibilidad (véase los planes de la Comisión para una nueva economía, El País)
En Andalucía la situación podría ser peor que antes o podría aprovecharse la propia crisis para reinvertir la dirección del proceso económico que se venía realizando desde hace varios años. Habrá que acometer con ambición y fuerza un amplio y potente Plan de reconstrucción de Andalucía precisamente sobre las bases diseñadas por la Comisión europea y a las que nos referimos anteriormente.
Eso supondrá revisar los criterios, objetivos y modelos de desarrollo del sector turístico, de la construcción, y otros.
Será indispensable, si queremos alcanzar una sociedad más cohesionada, equilibrada y sostenible, intervenir de forma ambiciosa en el mercado de trabajo a fin de transformar el empleo temporal y precario –el más castigado por esta crisis– en un empleo cualificado y digno, capaz de formarse y adaptarse a las nuevas realidades.
La función pública, especialmente la relacionada con la salud y la educación, ha mostrado con esta crisis los aspectos más positivos de su personal pero al mismo tiempo ha desvelado las carencias y defectos de su modelo de gestión y actuación.
¿Qué nos queda tras la Covid-19?
En primer lugar, nos queda una sociedad que ha sufrido un golpe emocional y colectivo que perdurará sin duda por años.
Dos peligros se nos presentan en el futuro inmediato: por un lado, que se instale entre nosotros una conciencia de temor colectivo y, consecuentemente, de agresividad entre nosotros mismos, nuestras naciones, sociedades y áreas geoestratégicas; y, por el otro, que a la manera de los felices años veinte entremos en una carrera desenfrenada por olvidarnos de estos males que hemos pasado para experimentar inconscientemente “la alegría de la vida” sin enmendar los errores de un pasado poco positivo.
La segura crisis económica provocará impactos tremendos en las sociedades, motivará conmociones y cambios estructurales en las principales actividades; a partir de ahí se trata de reconstruir la economía y la conciencia colectiva como sociedad.
CUESTIONARIO
(Indica por favor si respecto a las siguientes afirmaciones/propuestas estás: 1. De acuerdo; 2. Parcialmente de acuerdo; 3. Parcialmente en desacuerdo; 4. En desacuerdo. Añade los comentarios de carácter general o particular sobre los puntos que creas oportuno).
- La crisis de la Covid-19 ha mostrado los grandes déficits de la Unión europea como proyecto de cohesión y solidaridad entre las naciones que lo componen ( )
- No habrá salida constructiva a la crisis económica y social que se deriva de la pandemia en clave nacional o de cada Estado. Al contrario, hay que aprovechar la crisis y las deficiencias mostradas para impulsar el proyecto europeo desde una plataforma de mayor unidad y cohesión institucional ( )
- El Parlamento europeo ha aprobado el 15 de mayo la propuesta a la Comisión de un «“Fondo de Recuperación y Transformación”, financiados a “través de la emisión de bonos a largo plazo para la recuperación garantizados por el presupuesto de la Unión”. Es decir, la Unión como tal debería hacerse cargo de la deuda destinada a la reconstrucción de la economía de los países afectados ( )
- España debería aprovechar esta profunda crisis de fallecidos, desmantelamientos de sectores productivos, crisis de demanda, hundimiento de líneas productivas, etc. para acometer un proceso de reconversión económica en la línea de adaptarnos a una economía verde y más social ( )
- Andalucía permanece como una Comunidad autónoma ensimismada e interiorizada en un proyecto que la aísla del resto de España. Debería asumir con más decisión el proyecto de apertura a Europa y a un mundo global. ( )
- Finalmente, ¿es hora de plantearse una reforma del marco territorial autonómico? ¿Debe este ir más en la línea de un modelo federal donde cada territorio se haga responsable de sus competencias y entre todos colaboren de forma cooperativa en un modelo de Estado federal? ( )
Comentarios:
[1] Philip Pochet, Four scenarios for Europe’s future after the crisis, SocialEurope, 30.04.2020 (visitado 4 de mayo de 2020)
[2] Thomas Piketty y otros, Manifiesto para la democratización de Europa, en La Vanguardia, 9.12.2028
[3] Lucrezia Reichlin y otros analistas, en Il Corriere della Sera, 20.04.2020 (visitado 4 de mayo de 2020)